Al finalizar el período académico abril – agosto 2023, en la UTE se realizó la Evaluación Formativa de Mitad de Carrera. Se trata de un plan piloto, en el cual participaron los estudiantes de varias carreras.

Esta tarea fue liderada por el Centro de Evaluación e Innovación Educativa (CEIE), que tiene como misión articular la evaluación del aprendizaje y desempeño docente, así como las actividades de investigación educativa de nuestra casa de estudios.

De allí que, el Modelo de Evaluación Integral del CEIE suma tres etapas del proceso educativo de los estudiantes: en el ingreso (Evaluación Diagnóstica), en el tránsito o mitad de carrera (Evaluación Formativa) y en la culminación de estudios (Evaluación Sumativa).

Los resultados de cada una de esas valoraciones, que se realizan a lo largo del periodo académico y según los semestres, inciden en la revisión de los currículos de las carreras para promover la mejora continua de los procesos académicos de la UTE.

El plan piloto se aplicó a los estudiantes y docentes de Gastronomía, Negocios Internacionales, Derecho, Mecatrónica, Alimentos, Veterinaria, Arquitectura y Diseño Gráfico.

El objetivo siempre ha sido evaluar el nivel de los estudiantes desde el inicio hasta la mitad de carrera, y cómo han desarrollado las competencias básicas; es decir, la científica, abstracta, matemática y comunicacional.

Todo con un solo fin: visualizar oportunidades de mejora en la malla curricular y ver si el aprendizaje es efectivo, apuntó Paulina Ponce, analista de procesos técnicos del CEIE. Hacer esas mediciones a tiempo permite mantener la educación de calidad que le caracteriza a nuestra universidad.

Adicional a esto, dentro de este plan piloto se evalúan las habilidades blandas de los estudiantes; es decir, cómo en un futuro se desenvolverá en la vida profesional: trabajo en equipo, gestión del tiempo, resolución de problemas, adaptarse a los cambios, entre otras.

¿Qué instrumentos se usaron para hacer esa evaluación?

La idea no es hacer preguntas, sino un proyecto integrador, respondió Ponce. Osea, que el estudiante haga una investigación bibliográfica de un problema que los docentes del nivel planteen. Posteriormente, se suma una explicación de esos proyectos integradores.

Cada facultad organiza esas exposiciones de la resolución de los problemas. Por ejemplo, en la carrera de Gastronomía se realizó un estudio de mercado sobre los gustos y preferencias de la cocina europea y asiática para la organización.

Mientras que, en Negocios Internacionales se decantó por hacer un proyecto de importación de un producto desde mercados de Norteamérica y Asia para su comercialización en Ecuador.  

En Derecho se apostó por hacer una simulación de audiencia. Y en Mecatrónica se usaron las herramientas de simulación para modelar y analizar el comportamiento de una banda transportadora en escenarios reales dentro de la UTE.

Por su parte, en Alimentos el proyecto integrador desarrolló las habilidades de los estudiantes mediante la producción de un nuevo alimento funcional. En Veterinaria se hizo la revisión bibliográfica de estrategias farmacológicas y nutricionales para mejorar la salud intestinal en animales domésticos.

Finalmente, en Arquitectura se analizó el espacio pensado en el sector Itchimbía, a través de una propuesta de diseño arquitectónico. En cambio, en Diseño Gráfico se priorizó el uso de las nuevas tecnologías para el desarrollo gráfico y tridimensional de un juego escape didáctico.

Para concretar todo ese trabajo, el tutor se encargó de programar reuniones periódicas con los docentes del nivel para evaluar los avances de las actividades o inconvenientes que tuvieran los estudiantes con el desarrollo de su proyecto.

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