Estudiantes de la carrera de Medicina Veterinaria de la UTE hacen sus prácticas profesionales en centros de rescate, zoológicos y albergues, gracias a los convenios establecidos. Uno de los más destacados es el que mantiene la Universidad con el Bioparque Amaru Cuenca, donde, según Andrés Ortega, decano de la Facultad de Medicina Veterinaria y Agronomía de la UTE, “reciben una o dos veces al año grupos de jóvenes para realizar jornadas veterinarias con fauna silvestre”.

Ortega, quien lleva 25 años trabajando con fauna silvestre, acompaña a los estudiantes en las semanas de trabajo intensivo: desde las 07:00 hasta las 20:00. En las jornadas, los futuros veterinarios enfrentan casos clínicos complejos como el tratamiento de boas, pitones, iguanas y tortugas, incluyendo tortugas Galápagos. También han tenido la oportunidad de anestesiar felinos como tigrillos, pumas, jaguares y leones africanos. Además, han trabajado con monos capuchinos, monos araña, guacamayos, águilas y hasta con el emblemático cóndor andino.

“La clave de estas prácticas es que los estudiantes trabajan con casos clínicos reales de fauna silvestre, una oportunidad que muy pocos estudiantes de otras universidades tienen”, destacó Ortega. El Bioparque Amaru ha brindado todas las facilidades para que los jóvenes se involucren directamente en el chequeo de signos vitales, toma de muestras, administración de anestésicos, vitaminas y antibióticos, así como en la contención física y química de los animales.

Las prácticas están abiertas para aquellos de niveles inferiores que voluntariamente se suman a los grupos para aprender y crecer profesionalmente, y aquellos que necesitan cumplir con horas preprofesionales para avanzar en su carrera. “Lo que más me impresiona es que no solo cumplen con sus horas, sino que muestran un gran ímpetu y vocación, trabajando incansablemente, incluso durante largas jornadas hasta altas horas de la noche para asegurar la recuperación de los pacientes (animales)”, expresó.

Las jornadas en el Bioparque Amaru suelen realizarse durante las vacaciones de los estudiantes, siendo agosto el mes más reciente en el que estuvieron allí.

La carrera de Medicina Veterinaria en la UTE, que tiene una duración de nueve niveles o cuatro años y medio, se distingue en el país por ofrecer asignaturas especializadas como Medicina de la Conservación, Bioética y Bienestar Animal, y Clínica y Medicina de Fauna Silvestre. El objetivo es formar profesionales con una profunda conciencia ambiental y un enfoque amigable con los ecosistemas y la fauna silvestre.

Ortega también destacó que la facultad mantiene una amplia red de convenios con fincas, granjas, haciendas, clínicas y hospitales veterinarios de prestigio, además de centros de rescate y el Ministerio del Ambiente, lo que brinda a los estudiantes diversas oportunidades de aprendizaje en diferentes áreas de la Medicina Veterinaria, tanto en la sede de Quito como en la de Santo Domingo de los Tsáchilas, donde es la única Universidad que cuenta con la Certificación del Comité de Ética para la Investigación con Animales, otorgada por Agrocalidad.

Con el semestre que está a punto de abrirse en septiembre, la carrera cuenta con más de 900 estudiantes, lo que refleja el creciente interés por parte de los jóvenes en esta área, no solo como una vocación, sino también como una profesión con estabilidad económica. Además, Ortega anunció que están diseñando una Maestría en Fauna Silvestre, que se espera lanzar en marzo del próximo año, para seguir fortaleciendo la formación de expertos en el manejo de fauna silvestre.

La carrera de Medicina Veterinaria tiene como pilar la bioética, el bienestar animal y está basada en políticas amigables con el ambiente. No experimentamos con animales vivos, porque ellos son nuestra razón de ser. Mejoramos todos los días para garantizar sus derechos.

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