La valoración de estos potajes estuvo a cargo de los chefs docentes de la Facultad de Ciencias Gastronómicas y Turismo de la UTE, quienes colaboraron en la elaboración de la rúbrica de evaluación del plato, las bases y los parámetros de este concurso.

Sobre lo primero, a lo largo de dos semanas, se calificaron las preparaciones de cada uno de los establecimientos participantes; es decir, la presentación, sabor, técnicas de cocción, temperatura, guarniciones (molo), receta estándar.

También se sumó la trazabilidad y sustentabilidad de los ingredientes, pues son algunos de los elementos vitales del concurso.

Y eso, según Marcos Valdés, decano de la Facultad de Ciencias Gastronómicas y Turismo, se refiere a que los gestores de los establecimientos deben justificar de dónde vienen sus productos para la preparación de su fanesca, donde se aprecie la cadena del producto y se potencie a los pequeños agricultores. Todo porque, agregó, “estamos trabajando en la línea verde y que sea del campo a la mesa”.